En esta clase de religión titulada “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”, orientada a cuarto grado, el objetivo es que el estudiante comprenda que Dios al crear al ser humano a su imagen y semejanza, lo dotó de cualidades especiales y una dignidad única. Al final del texto hallará el botón descargar PDF, donde, además de la clase, encontrará actividades para evaluar lo aprendido.
DIOS CREÓ AL HOMBRE A SU IMAGEN Y SEMEJANZA
En el primer libro de la Biblia, el Génesis, se nos relata cómo Dios creó el mundo y todo lo que hay en él. Después de formar la tierra, el cielo, el mar, las plantas y los animales, Dios decidió crear al ser humano. En Génesis, leemos: “Entonces dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza’… Y creó Dios al hombre y a la mujer a su imagen”
Pero ¿qué significa que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios? No se refiere a una apariencia física, ya que Dios es espíritu y no tiene un cuerpo como el nuestro. Más bien, indica que Dios nos dotó de cualidades especiales que reflejan su naturaleza. Estas incluyen la capacidad de razonar, de tomar decisiones, de amar y de distinguir entre el bien y el mal.
Ser creados a imagen de Dios también implica una responsabilidad. Dios nos confió el cuidado de la creación. En el libro de Génesis también se dice: “Tomó, pues, Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardara”. Esto significa que debemos proteger y preservar el mundo que Dios nos ha dado, actuando como sus colaboradores en la tierra.
Además, al ser creados a su imagen, todos los seres humanos poseemos un valor especial por ser quienes somos. Cada persona es valiosa y merece respeto, sin importar su origen, apariencia o habilidades. Esta comprensión nos llama a tratar a los demás con amor y justicia, reconociendo en cada uno la huella de nuestro Creador.
En resumen, ser creados a imagen y semejanza de Dios significa que compartimos ciertas cualidades con Él, como la capacidad de amar y razonar, y que tenemos la responsabilidad de cuidar de su creación y de respetar la dignidad de cada persona. Al vivir de acuerdo con estos principios, honramos a Dios y cumplimos con el propósito para el cual fuimos creados.

Fuentes:
La Santa Biblia, Génesis 1:26-27; 2:15; Juan 4:24.
Catecismo de la Iglesia Católica, números 356-358